─ Dos seres que se han conocido y
amado, ¿pueden volverse a encontrar en una nueva existencia corporal y
reconocerse?
Reconocerse, no; pero sentirse
atraídos el uno al otro, sí. Y a menudo las relaciones íntimas fundadas en un
afecto sincero, no reconocen otra causa. Dos seres son aproximados por
circunstancias fortuitas en apariencia; pero se deben a la atracción de dos
espíritus que se buscan por entre la multitud.
─ ¿No les resultaría más agradable
reconocerse?
No siempre. El recuerdo de las
existencias pasadas tendría inconvenientes más grandes de lo que creéis.
Después de la muerte se reconocerán y sabrán el tiempo que han pasado juntos.
─ ¿La simpatía entre dos personas
tiene siempre, por principio, un conocimiento anterior?
No. Dos espíritus que se
comprenden, sienten simpatía o empatía entre sí en forma natural, sin que en
existencias anteriores se hayan conocido.
─ Los encuentros que a veces
tenemos con ciertas personas, y que se atribuyen a la casualidad, ¿no son
efecto de una especie de relaciones simpáticas?
Existen entre los seres pensadores
lazos que vosotros no conocéis aún. El magnetismo es la brújula de esta ciencia
que comprenderéis mejor más tarde.
─ ¿De dónde procede la repulsión
instintiva que sentimos por ciertas personas a primera vista?
Espíritus antipáticos entre sí que
se reconocen y comprenden su antipatía sin necesidad de hablarse.
─ La antipatía instintiva, ¿es
siempre una señal de mala índole?
Dos espíritus no son
necesariamente malos por el solo hecho no tener empatía o simpatía entre sí.
La antipatía puede resultar de falta de semejanza en el pensamiento; pero a
medida que los espíritus se elevan, se borran las diferencias y desaparece la
antipatía.
─ La antipatía entre dos personas,
¿nace primero en aquella cuyo espíritu es más malo, o en la que lo tiene menos
malo?
En la una y en la otra. Pero las causas y los
efectos son diferentes. Un espíritu malo siente antipatía hacia cualquiera que
pueda descubrirle y juzgarle. Al ver por vez primera a una persona, sabe que va
a ser contrariado por ella, su desapego se trueca en odio, en resentimientos y
le inspira deseos de hacerle el mal. El espíritu bueno siente repulsión hacia
lo malo, porque sabe que no será comprendido y que no comparte los mismos
sentimientos; pero, por su superioridad, no siente por el otro ni odio ni
resentimiento, se contenta con esquivarlo y compadecerlo.