─ ¿Influyen los espíritus en nuestros pensamientos y
acciones?
Bajo este aspecto su influencia es mayor de lo que creéis;
porque a menudo son ellos los que os dirigen.
─ ¿Tenemos pensamientos propios y otros que nos son
sugeridos?
Vuestra alma es un espíritu que piensa, y ya sabéis que con
frecuencia tenéis a la vez varios pensamientos sobre un mismo punto, y a menudo
muy contradictorios entre sí. Pues bien, siempre los tenéis propios y nuestros,
y esto es lo que os hace andar inciertos; porque tenéis dos ideas que se
contradicen.
─ ¿Cómo podemos distinguir los pensamientos que nos son
propios de los que nos son sugeridos?
Cuando un pensamiento os es sugerido, viene a ser como una
voz que os habla. Los pensamientos propios son en general los del primer
instante. Por lo demás, no os es muy interesante esta distinción, y a menudo es
útil no conocerla, pues el hombre obra más libremente. Si se decide por el
bien, lo hace de mejor grado, y si toma el camino del mal, aumenta su
responsabilidad.
─ ¿Los hombres de talento y genio toman siempre sus ideas de
sí mismos?
A veces las ideas proceden de su propio espíritu; pero con
frecuencia le son sugeridas por otros espíritus que los juzgan capaces de
comprenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando no las encuentran en sí mismos,
acuden a la inspiración, y hacen una evocación sin saberlo.
Si hubiese sido útil que pudiéramos distinguir claramente nuestras propias ideas de las que son sugeridas, Dios nos hubiera proporcionado medios para conseguirlo, como nos los da para distinguir la noche del día. Cuando una cosa se nos ofrece vagamente, es porque así debe ser para nuestro bien.
─ A veces se dice que siempre es bueno el primer impulso.
¿Es exacto?
Puede ser bueno o malo según la naturaleza del espíritu
encarnado. Siempre es bueno en aquel que escucha las buenas inspiraciones.
─ ¿Cómo podemos distinguir si un pensamiento que nos es
sugerido, procede de un espíritu bueno o malo?
Examinadlo: los espíritus buenos solo el bien aconsejan. A
vosotros os toca distinguir.
─ ¿Con qué objetivo nos impelen al mal los espíritus
imperfectos?
Para hacernos sufrir como ellos.
─ ¿Disminuyen así sus sufrimientos?
No; pero son rabiosos y envidiosos de ver seres más dichosos
que ellos.
─ ¿Qué clase de sufrimiento quieren ocasionar?
Los que resultan de pertenecer a un orden inferior y de
estar alejados de Dios.
─ ¿Por qué permite Dios que los espíritus nos insten hacia
el mal?
Los espíritus imperfectos son instrumentos destinados a
probar la fe y constancia de los hombres en el bien. Tú, como espíritu, debes
progresar en la ciencia de lo infinito, y por esto pasas por las pruebas del
mal para llegar al bien. Nuestra misión es la de ponerte en el buen camino, y
cuando malas influencias obran en ti, es porque las atraes con el deseo del mal
cuando deseas hacerlo. Solo queriéndolo tú, pueden ayudarte en el mal. Si
tienes propensión al homicidio, estarás rodeado de una nube de espíritus que
fomentarán y reforzarán en ti esa idea; pero otros te rodearán también que
influirán en el sentido del bien, lo que equilibra la balanza, abandonándote a
tu libre albedrío.
Así Dios deja a nuestra conciencia la elección del camino que hemos de seguir, y libertad de ceder a una u otra de las contrarias influencias que en nosotros obran.
─ ¿Podemos librarnos de la influencia de los espíritus que
solicitan el mal?
Sí; porque no se adhieren más que a los que los solicitan
por sus deseos o los atraen con sus pensamientos.
─ Los espíritus cuya influencia rechazamos por medio de la
voluntad, renuncian a sus tentativas?
¿Qué quieren que hagan? Cuando nada pueden hacer, ceden su
puesto; pero atisban, sin embargo, el momento favorable, como el gato atisba al
ratón.
─ ¿Por qué medio puede neutralizarse la influencia de los
espíritus malos?
Haciendo el bien y poniendo toda vuestra confianza en Dios,
rechazáis la influencia de los espíritus inferiores y destruís el imperio que
quieren tomar sobre vosotros. Guardaos de escuchar las sugerencias de los
espíritus que os suscitan malos pensamientos, que promueven discordias entre
vosotros y que os excitan a todas las malas pasiones. Desconfiad sobre todo de
los que exaltan vuestro orgullo; porque os atacan por el lado débil. He aquí
porque os hace decir Jesús en su conocida oración: "Señor, no nos deje
caer en la tentación, más líbranos del mal".
─ Los espíritus que procuran inducirnos al mal, probando así
nuestra firmeza en el bien, ¿han recibido la misión de hacerlo, y si cumplen
una misión son responsables de ella?
Ningún espíritu recibe la misión de hacer el mal. Cuando lo
hace es por su propia voluntad; y sufre, por lo tanto, las consecuencias. Dios
puede dejarle actuar para probaros, pero no se lo manda, y a vosotros
corresponde el rechazarlo.
─ Cuando experimentamos un sentimiento de angustia, de
indefinible ansiedad o de satisfacción interior sin causa conocida, ¿depende
únicamente de la disposición física?
Casi siempre es un efecto de las comunicaciones que a pesar
vuestro tenéis con los espíritus, o que habéis tenido con ellos durante el
sueño.
─ Los espíritus que quieren excitarnos al mal, ¿se reducen a
aprovecharse de las circunstancias en que nos encontramos, o pueden
producirlas?
Se aprovechan de las circunstancias. Pero, a
menudo, las provocan impulsándoos sin saberlo vosotros, hacia el objeto que
codiciáis. Así, por ejemplo, un hombre encuentra en su camino una suma de
dinero: no creas que son los espíritus los que allí la han colocado; pero
pueden sugerir al hombre la idea de pasar por aquel lugar, despertándole
entonces la intención de apoderarse del dinero, al paso que otros le sugieren
el pensamiento de entregarlo a quien pertenece. Lo mismo sucede con todas las
otras tentaciones.