NECESIDAD DEL TRABAJO
─ ¿La necesidad del trabajo es una ley de la naturaleza?
El trabajo es una ley natural por lo mismo que es una necesidad, y la
civilización obliga al hombre a mayor trabajo, porque aumenta sus necesidades y
sus goces.
─ ¿Solo deben entenderse por trabajo las ocupaciones naturales?
No, el espíritu trabaja como el cuerpo. Toda ocupación útil es
trabajo.
─ ¿Por qué es impuesto el trabajo al hombre?
Es consecuencia de su naturaleza corporal; una expiación (enmienda) y
al mismo tiempo un medio de perfeccionar su inteligencia. Sin el trabajo, el
hombre no saldría de la infancia de la inteligencia y por esto sólo a su
trabajo y actividad debe su subsistencia, su seguridad y su bienestar. Al que
es débil de cuerpo Dios le da, en cambio, la inteligencia, pero siempre es
trabajo.
─ ¿Por qué la Naturaleza provee por sí misma a todas las necesidades
de los animales?
Todo trabaja en la naturaleza, los animales trabajan como tú, pero su
trabajo, como su inteligencia, está
limitado a las atenciones de su conservación, y de ahí por qué no es progreso
para ellos, en cambio en el hombre tiene un doble objetivo: la conservación del
cuerpo y el desarrollo del pensamiento que también es una necesidad, y que le
eleva por encima de sí mismo. Cuando digo que el trabajo de los animales está
limitado a las atenciones de su conservación, entiendo hablar del objeto que se
proponen al trabajar, pero a su pesar, y al mismo tiempo que proveen a sus
necesidades materiales, son agentes que secundan las miras del Creador, y su
trabajo no deja de concurrir al objeto final de la Naturaleza, aunque, con
mucha frecuencia, no descubráis vosotros el resultado inmediato.
─ En los mundos más perfeccionados, ¿el hombre está sometido a la
misma necesidad del trabajo?
La naturaleza del trabajo es relativa a la de las necesidades, y
cuanto menos materiales son estas, menos lo es también aquél. No creas, sin
embargo, que el hombre permanezca inactivo e inútil, pues la ociosidad sería un
suplicio en vez de ser un beneficio.
─ El hombre que posee bienes suficientes para asegurarse la
existencia, ¿está libre de la ley del trabajo?
Del trabajo material, quizá. Pero no de la obligación de hacerse útil
según sus medios, de perfeccionar su inteligencia o la de otros, lo que también
es trabajo. Si el hombre a quien Dios ha confiado bienes suficientes para
asegurarse la existencia, no está obligado a mantenerse con el sudor de la
frente, la obligación de ser útil a sus semejantes es tanto mayor para él en
cuanto a la parte que anticipadamente le ha sido asignada, se le ha concedido
más desahogo precisamente para que haga el bien.
─ ¿Hay hombres impotentes para toda clase de trabajo y cuya vida es
inútil?
Dios es justo y no condena más que a aquel cuya existencia es
voluntariamente inútil; porque éste vive a expensas del trabajo ajeno. Dios quiere
que cada uno se haga útil según sus facultades.
─ ¿La ley natural impone a los hijos la obligación de trabajar por su
padres?
Ciertamente, como los padres deben trabajar por sus hijos, y por esto
Dios ha hecho del amor filial y del paternal un sentimiento natural, con el fin
de que por medio de este afecto recíproco los miembros de una misma familia
fuesen inducidos a ayudarse mutuamente, lo cual se olvida con frecuencia en
vuestra actual sociedad.
LÍMITES DEL TRABAJO – DESCANSO
─ Siendo natural el descanso después del trabajo, ¿es una ley natural?
Sin duda. El descanso sirve para reparar las fuerzas del cuerpo, y es
necesario también para dejar un poco de libertad a la inteligencia con el fin
de que se levante por encima de la materia.
─ ¿Cuál es el límite del trabajo?
El límite de las fuerzas. Por lo demás, Dios deja al hombre en
libertad.
─ ¿Qué debemos pensar de los que abusan de su autoridad para imponer a
sus inferiores un trabajo excesivo?
Es una de las acciones más malas. Todo hombre que tiene mando es
responsable del exceso de trabajo que impone a sus inferiores, porque viola la
ley de Dios.
─ ¿Tiene el hombre el derecho al descanso en la vejez?
Sí, pues solo está obligado según sus fuerzas.
─ Pero, ¿qué recurso tiene el anciano que ha de trabajar para vivir y
no puede hacerlo?
El fuerte ha de trabajar para el débil, y a falta de familia, la
sociedad ha de hacer sus veces. Esta es la ley de la caridad.
No basta decir al hombre que ha de trabajar, sino que también es preciso que el que cifra la existencia en su trabajo encuentre ocupación, lo cual no sucede siempre. Cuando la suspensión del trabajo se generaliza, toma las proporciones de una calamidad como la miseria. La ciencia económica busca el remedio en el equilibrio de la producción y el consumo; pero este equilibrio, aun suponiendo que sea posible, tendrá siempre intermitencias, durante cuyos intervalos no deja de tener necesidades de vivir el obrero. Hay un elemento, con el cual no se ha contado bastante y sin él, la ciencia económica no pasa de ser una teoría. Este elemento es la educación, no la intelectual, sino la moral, y tampoco la educación moral que enseñan los libros, sino la que consiste en el arte de formar el carácter, la educación que da hábitos; porque la educación es el conjunto de hábitos adquiridos. Cuando se piensa en la masa de individuos lanzados diariamente al torrente de la población, sin freno y sin principios y entregados a sus propios instintos, hay que admirarse de sus desastrosas consecuencias. Cuando se conozca, comprenda y practique aquel arte, el hombre llevará a la sociedad hábitos de orden y de previsión para sí y los suyos, de respeto hacia lo respetable; hábitos que le permitirán pasar menos penosamente los malos días inevitables. El desorden y la imprevisión son dos cánceres que solo una educación bien entendida puede curar; este es el punto de partida, el elemento real del bienestar, la prenda de seguridad para todos.