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30.6.13

RECUERDOS DE LA EXISTENCIA CORPORAL

─ ¿Recuerda el espíritu su existencia corporal?

Sí; es decir, que habiendo vivido muchas veces como hombre, recuerda lo que ha sido, y aseguro que a veces se ríe con lástima de sí mismo.
Como el hombre que llegado a la edad de la razón, se ríe de las locuras de su juventud, o de las tonterías de su infancia.
─ El recuerdo de la existencia corporal, ¿se presenta al espíritu, después de la muerte, de un modo completo e inesperado?

No, le aparece poco a poco, como algo que sale de entre brumas, y a medida que fija la atención.

─ ¿Recuerda el espíritu detalladamente todos los sucesos de la vida, o abraza el conjunto de una ojeada retrospectiva?

Recuerda las cosas en proporción a las consecuencias a su estado de espíritu. Comprenderás que hay detalles y circunstancias de su vida corporal a las que no da importancia alguna, y de las cuales ni siquiera procura acordarse.

─ ¿Podría acordarse si quisiese?

Puede recordar los pormenores más minuciosos, ya de los acontecimientos, ya de los pensamientos; pero cuando no traen utilidad, no lo hace.

─ ¿Entrevé el objeto de la vida terrestre con relación a la futura?

Ciertamente que lo ve y lo comprende mucho mejor que durante la vida del cuerpo; comprende la necesidad de purificarse para llegar al infinito, y sabe que en cada existencia se libra de algunas impurezas.

─ ¿Cómo se presenta la vida pasada a la memoria del espíritu? ¿Por un esfuerzo de su imaginación o como un cuadro que tiene ante los ojos?

Lo uno y lo otro sucede, pues todos los actos, cuyo recuerdo le interesa, los tiene como delante, y los otros permanecen más o menos en la vaguedad del pensamiento, o completamente olvidados. Mientras más desmaterializado esté el espíritu, menos importancia atribuye a las cosas materiales. A menudo invocáis espíritus errantes que acaban de dejar La Tierra y que no recuerdan los nombres de muchas de las personas con las que se relacionaban, ni muchos pormenores que a ti te parecen importantes. Poco se cuidan ellos de eso y lo olvidan. De lo que se acuerdan perfectamente es de los hechos principales que les ayudan a mejorarse o a estancarse.

─ ¿Recuerda el espíritu todas las existencias precedentes a la última que acaba de vivir?

Todo su pasado se descorre ante él como las etapas que ha transcurrido el viajero; pero, lo hemos dicho ya, no recuerda todos los actos, sino en proporción de la influencia que tienen en su situación presente. Respecto a las primeras existencias, las que pueden considerarse como la infancia del espíritu, se pierden en la vaguedad y desaparecen en la obscuridad del olvido.

─ ¿Cómo considera el espíritu el cuerpo que acaba de dejar?

Como un vestido malo que le molestaba, y de cuyo desprendimiento se considera feliz.

─ ¿Qué sentimiento le despierta el espectáculo de su cuerpo descomponiéndose?

Casi siempre indiferencia, como una cosa en la que no se fija.

─ Al cabo de cierto tiempo, ¿reconoce el espíritu los huesos u otros objetos que le han pertenecido?

A veces, lo que depende del punto de vista mayor o menormente elevado desde considera las cosas terrestres.

─ El respeto que en La Tierras se tiene de las cosas materiales que quedan de la persona muerta, ¿llama la atención del espíritu acerca de ellas, y ve con gusto semejante respeto?

Siempre se considera feliz el espíritu de que se acuerden de él. Las cosas que de él se conservan le recuerdan a vuestra memoria; pero el pensamiento es quien le atrae a vosotros, y no aquellos objetos.

─ ¿Conservan los espíritus el recuerdo de los sufrimientos que han experimentado durante su última existencia corporal?

A menudo se conserva, y ese recuerdo les hace apreciar mejor la felicidad que pueden disfrutar en su condición de espíritus.

─ El hombre que ha sido feliz en La Tierra, ¿echa de menos sus goces, al dejarla?

Solo los espíritus inferiores pueden echar de menos alegrías que simpatizan con las impurezas de la naturaleza, y que van desagraviando con sus sufrimientos. Para los espíritus elevados es mil veces preferible la dicha eterna a los efímeros placeres de La Tierra.
Como el hombre adulto que desprecia lo que encontraba delicioso y placentero en su infancia.
─ El que con un fin útil ha empezado grandes trabajos que ha visto interrumpidos por la muerte, ¿en el otro mundo siente el dolor de no haberlos concluido?

No, porque ve que otros están destinados a terminarlo y procura, por el contrario, influir en otros espíritus humanos para que continúen el trabajo. Su objeto en La Tierra era el bien de la humanidad y ese mismo objetivo lo puede manejar desde el mundo de los espíritus.

─ El que ha dejado obras de arte o de literatura, ¿les profesa el mismo amor que durante la vida?

Según su elevación las juzga desde otro punto de vista. Puede ocurrir que termine censurando lo que antes admiraba.

─ ¿Se interesa aún el espíritu en los trabajos de La Tierra, en el progreso de las artes y las ciencias?

Depende de su elevación o de la misión de que pueda estar encargado. Lo que os parece magnífico es con frecuencia insignificante para ciertos espíritus, y lo admiran como el sabio puede tener ojos para con la tarea del estudiante.

─ ¿Conservan los espíritus, después de la muerte, el amor por su patria?

Siempre repetiremos el mismo principio: para los Espíritus Elevados su patria es el Universo. La Tierra solo es un lugar en donde hay personas que les son simpáticas.
La situación de los espíritus y su modo de apreciar las cosas varía hasta lo infinito, en proporción al grado de su desarrollo moral e intelectual. Los Espíritus de Orden Elevado se detienen por poco tiempo en La Tierra. Todo lo que en ella se hace es tan mezquino en comparación de la magnificencia de lo infinito, y son tan pequeñas, simples e infantiles a sus ojos las cosas a las que los hombres dan la mayor importancia, que pocos atractivos encuentran, a menos que sean llamados con la mira de que cooperen al progreso de la humanidad. Los Espíritus de Orden Intermedio vienen a La Tierra con más frecuencia, aunque consideran las cosas desde más elevado punto de vista que durante la vida corporal. Los Espíritus Vulgares son en cierto modo huéspedes sedentarios de La Tierra, y constituyen la masa de la población ambiente del mundo invisible. Conservan a corta diferencia las mismas ideas, los mismos gustos y las mismas inclinaciones que tenían bajo su envoltura corporal; toman parte en nuestras reuniones, en nuestros asuntos y en nuestras diversiones las cuales interfieren en mayor o en menor grado, según su carácter. No pudiendo satisfacer sus pasiones, gozan con aquellos que a ellas se entregan, y las promueven. También hay espíritus más serios que también miran y observan lo mismo pero para instruirse y perfeccionarse.
─ ¿Se modifican las ideas de los espíritus en estado de espíritu?

Mucho, pues experimenta grandes modificaciones, a medida que el espíritu se desmaterializa. Puede a veces conservar por largo tiempo las mismas ideas; pero la influencia de la materia disminuye poco a poco, y ve las cosas más claramente. Entonces es cuando busca el medio de mejorarse.

─ Puesto que el espíritu ha vivido la vida espírita antes de su encarnación, ¿de dónde procede su admiración al entrar nuevamente en el mundo de los espíritus?

No pasa de ser efecto del primer momento y de la turbación subsiguiente al despertamiento. Más luego se reconoce perfectamente a medida que se le presenta el recuerdo del pasado y se borra la impresión de la vida terrestre.