Páginas

26.6.13

FACULTADES MORALES E INTELECTUALES

─ ¿De dónde vienen al hombre las buenas o malas cualidades morales?

Son las del espíritu que en él está encarnado. Mientras más puro es el espíritu encarnado en alguien, más dado al bien es ese hombre. Y lo contrario: entre menos puro, más dado al mal.

─ ¿Parece que resulta de esto que el hombre de bien es la encarnación de un espíritu bueno; y el hombre vicioso, envidioso, hipócrita o malintencionado, es la encarnación de un espíritu malo?

Sí; pero dí, mejor, un Espíritu Imperfecto; pues de otro modo podría creerse en espíritus que son siempre malos, a los que vosotros llamáis demonios.

─ ¿Cuál es el carácter de los individuos en los cuales se encarnan los duendes ligeros?

Imprudentes, distraídos, alocados y a veces malhechores.

─ ¿Es uno mismo el espíritu que da al hombre las cualidades morales y las intelectuales?

Ciertamente es el mismo, y las da en proporción al grado a donde ha llegado. El hombre no tiene dos espíritus.

─ ¿Por qué los hombres muy inteligentes, los que revelan tener un espíritu superior, a veces son al mismo tiempo son viciosos?

Depende de que el espíritu encarnado no obstante tener un buen grado de progreso, no es aún bastante puro, y el hombre cede a la influencia de otros espíritus más inferiores aún y con tendencias malas. El espíritu progresa ascendiendo; pero el progreso no necesariamente se da en forma simultánea en todos los sentidos: en un periodo puede adelantarse científicamente y, en otro, moralmente.

─ ¿Qué debe pensarse de la opinión, según la cual las diferentes facultades intelectuales y morales del hombre son producto de otros tantos espíritus diversos en él encarnados, cada uno de los cuales tiene una aptitud especial?

Reflexionando, se comprende que es absurda. El espíritu debe tener todas las aptitudes, y para poder progresar le es precisa una voluntad única. Si el hombre fuese una amalgama de espíritus, aquella voluntad no existiría, y no tendría individualidad; y a su muerte, los espíritus componentes serían como un vuelo de pájaros escapando de la jaula. A menudo se queja el hombre de no comprender ciertas cosas, y es curioso el ver cómo multiplica las dificultades cuando tiene a mano una explicación completamente sencilla y natural. También se toma aquí el efecto por la causa, y se hace con el hombre lo que los paganos con Dios. Creían en tantos dioses como fenómenos hay en el universo; pero entre ellos las gentes sensatas no veían en tales fenómenos más que efectos cuya causa única era un solo Dios.
El mundo físico y el mundo moral nos ofrecen, bajo este aspecto, numeroso puntos de comparación. Mientras los hombres se han fijado en la apariencia de los fenómenos, se ha creído en la existencia múltiple de la materia; pero hoy se comprende que esos tan variados fenómenos pueden ser muy bien modificaciones de la materia elemental única. Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa que es el alma, o espíritu encarnado, y no de muchas almas, así como los diferentes sonidos del instrumento musical de nombre órgano, son producto de una misma especie de aire, y no de tantas cuantos son los sonidos. Resultaría de este sistema que, cuando el hombre pierde o adquiere ciertas aptitudes e inclinaciones, provendría de la venida o partida de otros tantos espíritus, lo que haría del hombre un ser múltiple sin individualidad e irresponsable por lo tanto. Lo contradicen por otra parte los numerosos ejemplos de manifestaciones por las cuales prueban los espíritus su personalidad e individualidad.