ESPÍRITUS DE PRIMER ORDEN O ESPÍRITUS PUROS.
La influencia de la materia es nula. La superioridad intelectual y moral, es absoluta, con respecto a los espíritus de los otros órdenes.
Han recorrido todos los grados de la escala y se han despojado de todas las impurezas de la materia, habiendo alcanzado la perfección suma a la cual es susceptible la criatura. No han de sufrir pruebas ni expiaciones, y no están obligados a la reencarnación en cuerpos perecederos. Viven la vida eterna en el seno de Dios.
Gozan de una dicha inalterable, porque no sienten las necesidades ni están expuestos a las vicisitudes de la vida material; aunque aquella dicha no consiste en la ociosidad monótona de una contemplación perpetua. Son mensajeros y ministros de Dios cuyas órdenes, acerca de la conservación de la armonía universal, ejecutan. Mandan a todos los espíritus que les son inferiores, les ayudan a perfeccionarse y les señalan su misión. Para ellos, es ocupación agradable la de asistir a los hombres en sus apuros, e instarlos al bien o a la expiación de las faltas que les alejan de la felicidad suprema. Se les designa a veces con los nombres de ángeles, arcángeles o serafines.
Los hombres pueden comunicarse con ellos; pero sería muy presuntuoso por parte de quien pretendiese tenerlos constantemente a sus órdenes.