RESUMEN DE SONAMBULISMO, ÉXTASIS Y SEGUNDA VISTA
Los fenómenos del sonambulismo
natural se producen espontáneamente y son independientes de toda causa externa
conocida; pero en ciertas personas dotadas de una organización especial, pueden
ser provocados artificialmente por la acción del agente magnético.
El estado designado con el nombre
de SONAMBULISMO MAGNÉTICO no difiere del sonambulismo natural más que, en que
el uno es provocado mientras que el otro es espontáneo.
El sonambulismo natural es un
hecho notorio que nadie piensa poner en duda, a pesar de los maravillosos
fenómenos que ofrece. ¿Qué tiene, pues, de más extraordinario o de más
irracional el sonambulismo magnético, porque es el producido artificialmente
como otras tantas cosas? Se dice que los charlatanes lo han explotado; razón de
más para no abandonarlo en sus manos. Cuando la ciencia se lo haya apropiado,
el charlatanismo tendrá mucho menos crédito en las masas; pero entre tanto como
el sonambulismo natural o artificial es un hecho, y como contra este no son
posibles razonamientos, se acredita a pesar de la mala voluntad de algunos, y
hasta en la misma ciencia, en la cual entra por una multitud de puertecillas,
en vez de hacerlo por la principal. Más cuando haya penetrado del todo, preciso
será concederle derecho de ciudadanía.
Para El Espiritismo, el
sonambulismo es algo más que un fenómeno fisiológico, es una luz que refleja en
la psicología. En él se puede estudiar el alma; porque se presenta a las
claras, y uno de los fenómenos que la caracterizan es la clarividencia
independiente de los órganos ordinarios de la vista. Los que impugnan el
fenómeno, se basan en que el sonámbulo no ve siempre y a voluntad del
experimentador, como con los ojos. Pero, ¿hemos de admirarnos de que, siendo
diferentes los medios, no sean los mismos efectos? ¿Es racional el pedir
efectos idénticos, no existiendo el instrumento? El alma tiene sus propiedades
como el ojo las suyas, y debe juzgárselas en sí mismas y no por analogía.
La causa de la clarividencia del
sonámbulo magnético y del sonámbulo natural es idénticamente la misma: ES UN
ATRIBUTO DEL ALMA, una facultad inherente a todas las partes del ser incorporal
que reside en nosotros y que no tiene más límites que los señalados a la misma
alma. Ve todos los puntos a donde puede transportarse su alma, cualquiera que
sea la distancia.
En la vista a distancia el
sonámbulo no ve las cosas desde el punto donde está su cuerpo y como por un
efecto telescópico; las ve presentes y como si estuviesen en el lugar donde se
encuentran, porque allí está en realidad su alma, y por esto su cuerpo está
como anonadado y parece hallarse privado de sentimiento hasta que el alma
vuelve a posesionarse en él. Esta separación parcial del alma y del cuerpo es
un estado anormal que puede durar un poco más o un poco menos, pero no
indefinidamente; motivo por el cual el cuerpo experimenta fatiga después de
cierto tiempo, sobre todo cuando el alma se dedica a un trabajo activo.
No estando circunscrita la vista
del alma o del espíritu y no teniendo lugar determinado, queda explicado por
qué los sonámbulos no pueden señalar órgano especial. Ven, porque ven, sin
saber cómo ni por qué, no teniendo para ello como espíritus lugar determinado para
la vista. Si se refiere a su cuerpo, paréceles que ese lugar está en los centros
en que es mayor la actividad vital, principalmente en el cerebro, en la región
epigástrica, o en el órgano que, según ellos, es el punto de unión más tenaz
entre el espíritu y el cuerpo.
La potencia de la lucidez
sonambúlica no es indefinida. Hasta el espíritu completamente libre está
limitado en sus facultades y en sus conocimientos según el grado de perfección
a que ha llegado, y lo está más, cuando está ligado a la materia cuya
influencia siente. Esta es la causa de que la clarividencia sonambúlica no sea
universal, ni infalible. Menos puede aún fijarse en su infalibilidad, cuando se
parta del fin que se ha propuesto la naturaleza, y se la constituye en objeto
de curiosidad y de experimentación.
En el estado de desprendimiento
en que se encuentra el espíritu del sonámbulo, entra más fácilmente en
comunicación con los otros espíritus desencarnados o encarnados. Establécese
esta comunicación por medio del contacto de los fluidos que componen los
periespíritus y sirven de conductores al pensamiento como el hilo eléctrico. El
sonámbulo no necesita, pues, de que el pensamiento sea articulado por la
palabra: lo siente y lo comprende, lo cual le hace eminentemente impresionable
y accesible a las influencias de la atmósfera moral en que se halla colocado.
Por eso también un concurso numeroso de espectadores, y especialmente de
curiosos más o menos malévolos, perjudica esencialmente el desarrollo de sus
facultades, que se repliegan, por decirlo así, en sí mismas, y no despliegan
con completa libertad más que en la intimidad y en un centro simpático o afable
para él. La presencia de personas malévolas o antipáticas produce en él, el
mismo efecto que produce en la planta dormilona o dormidera el toque de una
mano.
El sonámbulo ve a la vez su
espíritu y su cuerpo. Son, por decirlo así, dos seres que le representan la
doble existencia espiritual y corporal que se funden por los lazos que los
unen. No siempre se da cuenta el sonámbulo de esta situación, y semejante
dualismo hace que hable a menudo de él como de un extraño.
El espíritu adquiere un aumento
de conocimientos y de experiencia en cada una de sus existencias corporales.
Los olvida parcialmente durante su encarnación en una materia demasiado
grosera; PERO LOS RECUERDA COMO ESPÍRITU. Por esto, ciertos sonámbulos revelan
conocimientos superiores a su grado de instrucción y hasta a su aparente
capacidad intelectual. La inferioridad intelectual y científica del sonámbulo
estando despierto, nada prejuzga, pues, sobre los conocimientos que pueda
revelar en estado lúcido. Según las circunstancias y el fin que se propuso,
puede tomarlos de su propia experiencia, de la clarividencia de las cosas
presentes o de los consejos que de otros espíritus recibe; pero como el suyo
puede estar en mayor o en menor grado adelantado, puede decir cosas bastante
aproximadas a la exactitud.
Por los fenómenos del
sonambulismos, sea natural o sea magnético, La Providencia nos da la prueba
irrecusable de la existencia e independencia del alma, y nos hace asistir al
sublime espectáculo de su emancipación, abriéndonos de este modo el libro de
nuestro destino. Cuando el sonámbulo describe lo que ocurre a distancia, es
evidente que lo ve, y no con los ojos del cuerpo; se ve a sí mismo, se siente
transportado, hay, pues, allí algo suyo, y no siendo ese algo su cuerpo, no
puede ser otra cosa que su alma o su espíritu. Mientras el hombre se extravía
entre las sutilezas de una metafísica abstracta e ininteligible, corriendo en
busca de las causas de nuestra existencia moral, Dios pone diariamente en sus
manos y ante sus ojos, los más sencillos y patentes medios para el estudio de
la psicología experimental.
EL ÉXTASIS es el estado en que la
independencia del alma y del cuerpo se manifiesta de modos más sensible y se
hace, hasta cierto punto, palpable.
En el sueño y en el sonambulismo
el alma vaga por los mundos terrestres. En el éxtasis penetra en un mundo
desconocido, en el de los espíritus etéreos con los cuales se comunica, sin
poder, empero, saltar ciertos límites que no podría franquear sin romper
completamente los lazos que le unen al cuerpo. Un brillo resplandeciente nuevo
del todo, la rodea; armonías desconocidas en La Tierra la arrebatan, y la
penetra un bienestar indefinible: goza anticipadamente de la placidez celeste y
PUEDE DECIRSE QUE PONE UN PIE EN EL UMBRAL DE LA ETERNIDAD.
En el estado de éxtasis es casi
completo el anonadamiento del cuerpo, no goza, por decirlo de alguna manera,
más que de la vida orgánica, y se conoce que no está unida a él el alma más que
por un hilo que pasaría a romperse definitivamente solo con un esfuerzo más.
En semejante estado desaparecen
todos los pensamientos terrestres para ceder su puesto al sentimiento puro que
es la misma esencia de nuestro ser inmaterial. Entregado totalmente a esta
sublime contemplación, el extático considera la vida como una parada momentánea.
Los bienes y los males, las alegrías groseras y las miserias de este mundo no
son más que incidentes ligeros de un viaje, en cuya finalización habrá
felicidad.
Sucede con los extáticos lo mismo
que con los sonámbulos: su lucidez puede ser, en mayor o menor grado, perfecta,
y su mismo espíritu es, en mayor o menor grado, apto para conocer y comprender
las cosas, según su grado de elevación. A veces en ellos es mayor la exaltación
que la lucidez verdadera o, por mejor decir, su exaltación perjudica a la
lucidez, y por esto sus revelaciones son con frecuencia una mezcla de verdades
y errores, de cosas sublimes y de cosas absurdas y hasta ridículas. Los
espíritus inferiores se aprovechan a menudo de esa exaltación, que siempre es
causa de debilidad, cuando no se sabe dominarla para gobernar al extático, y a
este fin toman a sus ojos APARIENCIAS que mantienen sus ideas o prejuicios de
cuando están despiertos. Este es un escollo, y todos los extáticos NO son
iguales, y corresponde a nosotros juzgar fríamente y sopesar sus revelaciones
en la balanza de la razón.
La emancipación del alma se
manifiesta a veces en estado de vela, y produce el fenómeno designado con el
nombre de SEGUNDA VISTA, que da a los que de ella están dotados, la facultad de
ver, de oír o sentir MÁS ALLÁ DEL LÍMITE DE NUESTROS SENTIDOS. Perciben las
cosas ausentes a los sentidos pero existentes en los lugares a donde el alma
extiende su acción, y las ven, por decirlo, a través de una vista ordinaria y
como por una especie de espejismo.
En el momento en que se produce
el fenómeno de la segunda vista, el estado físico está sensiblemente
modificado, hay algo de vaguedad en los ojos, miran sin ver, y toda la
fisonomía refleja una especie de exaltación. Se prueba que los órganos de la
vista son extraños al fenómeno; porque la visión persiste, a pesar de cerrar
los ojos.
Esta facultad parece a los que de
ella gozan, tan natural como la de ver, y es para ellos un atributo de su ser que
no les parece excepcional. Sucede lo más comúnmente el olvido a esta lucidez
pasajera, cuyo recuerdo más y más vago, concluye por borrarse como el de un
sueño.
La potencia de la segunda vista
varía desde la sensación confusa, hasta la percepción clara y neta de las cosas
presentes o ausentes. En estado rudimentario da a ciertas personas el tacto, la
perspicacia y una especie de seguridad en sus actos, que puede llamarse LA
EXACTITUD DEL GOLPE DE VISTA MORAL. Más desarrollada, despierta el presentimiento
y, más aún, ofrece los acontecimientos realizados o a punto de realizarse.
El sonambulismo natural y artificial, el éxtasis y la segunda vista, son variedades o modificaciones de una misma causa. Estos fenómenos, lo mismo que los sueños, son naturales y por esto han existido en todas las épocas. La historia nos dice que fueron conocidos, y hasta explotados, desde la más remota antigüedad, y en ellos se encuentra la explicación de una multitud de hechos que los prejuicios han hecho considerar como sobrenaturales.