─ Un hombre malvado, ¿puede con ayuda de un espíritu malo
del cual es devoto, hacer mal a su prójimo?
No; Dios no lo permitiría.
─ ¿Qué debemos pensar de la creencia de que ciertas personas
tienen poder para echar la suerte?
Ciertas personas tienen un poder magnético muy grande, del
que pueden hacer mal uso, si es malo su propio espíritu, en cuyo caso pueden
estar secundadas por otros espíritus malos; pero no creáis en ese supuesto
poder mágico que solo existe en la imaginación de las gentes supersticiosas,
ignorantes de las verdaderas leyes de la naturaleza. Los hechos que se citan
son naturales, mal observados y mal comprendidos.
─ ¿Qué efecto pueden tener las fórmulas y prácticas, a cuyo
beneficio pretenden ciertas personas disponer a su antojo?
El efecto de ponerlas en ridículo, si lo hacen de buena fe,
y en el caso contrario, son embaucadores dignos de castigo. Todas las fórmulas
son charlatanismo; no hay ninguna palabra sacramental, ningún signo cabalístico,
ningún talismán que tenga acción en los espíritus; porque éstos solo por el
pensamiento, y no por cosas materiales, son atraídos.
─ ¿Ciertos espíritus no han dictado por sí mismos fórmulas
cabalísticas?
Sí; tenéis espíritus que os indican signos, palabras
extrañas, o que os prescriben ciertos actos a cuyo favor hacéis lo que llamáis
conjuros; pero estad muy seguros de que los tales son espíritus que se burlan
de vosotros y abusan de vuestra credulidad.
─ Aquel que a todo trance tiene confianza en lo que llama la
virtud del talismán, ¿no puede por esa misma confianza atraerse un espíritu,
siendo entonces el pensamiento quien obra, y el talismán no más que un signo
que favorece la dirección de aquel?
Es cierto; pero la naturaleza del espíritu atraído depende
de la pureza de la intención y de la elevación de sentimientos, y es extraño
que el que es bastante sencillo para creer en la virtud de un talismán, no
tenga por objeto un fin más material que moral. En todo caso, eso acusa una
pequeñez y una debilidad de ideas, que dan acceso a los espíritus imperfectos y
burlones.
─ ¿Qué sentido debe darse a la calificación de hechicero?
Los que llamáis hechiceros son personas, cuando proceden de
buena fe, que están dotadas de ciertas facultades, tales como el poder
magnético y la doble vista, y como hacen cosas que no comprendéis, las creéis
dotadas de un poderío sobre natural. ¿Vuestros sabios no han pasado con
frecuencia por hechiceros a los ojos de los ignorantes?
El espiritismo y el magnetismo nos dan la clave de una multitud de fenómenos sobre los cuales ha forjado la ignorancia una infinidad de fábulas, en las que la imaginación ha exagerado los hechos. El conocimiento esclarecido de esas dos ciencias que, por decirlo así, no son más que una, mostrando la realidad de las cosas y su verdadera causa, es el mejor preservativo contra las ideas supersticiosas; porque demuestra lo posible y lo imposible, lo que entra en las leyes de la naturaleza y lo que no pasa de ser una creencia ridícula.
─ ¿Ciertas personas tienen verdaderamente el don de curar
por el simple tacto?
Hasta
a eso puede llegar la potencia magnética, cuando está secundada por la pureza
de sentimientos y un deseo ardiente de hacer el bien; pero entonces los espíritus
buenos vienen en su auxilio. Pero es preciso prevenirse contra el modo como son
contadas las cosas por personas demasiado crédulas o entusiastas, dispuestas
siempre a ver maravillas en las cosas más naturales y sencillas. Y también es
preciso desconfiar de los relatos interesados de las personas que explotan en
provecho suyo la credulidad.