─ ¿Ejercen los espíritus alguna influencia en los
acontecimientos de la vida?
Ciertamente, puesto que te aconsejan.
─ Ejercen esa influencia de otro modo que por los
pensamientos que sugieren; es decir, tienen una acción directa en la
realización de las cosas?
Sí, pero nunca se apartan de las leyes de la naturaleza.
Nosotros nos figuramos equivocadamente que la acción de los espíritus no debe manifestarse más que por fenómenos extraordinarios; quisiéramos que nos ayudasen por medio de milagros, y siempre nos los representamos provistos de una varita mágica. No hay tal cosa; y he aquí porque su intervención nos aparece oculta y lo que con su concurso se verifica nos parece muy natural. Así, por ejemplo, provocarán el encuentro de dos personas que creerán encontrarse por casualidad; inspiran a alguien la idea de pasar por un lugar determinado; llamarán su atención sobre tal cosa, si ha de conducir al resultado que quieren obtener, de modo que, creyendo el hombre seguir su propio impulso, conserva siempre su libre albedrío.
─ Teniendo los espíritus una acción directa en la materia,
¿pueden provocar ciertos efectos con objeto de que se realice un
acontecimiento? Por ejemplo, un hombre debe morir: sube una escalera, esta se
rompe y el hombre muere. ¿Son los espíritus
quienes han hecho que se rompiese la escalera, para cumplir el destino de
aquel hombre?
Es muy cierto que los espíritus tienen una acción en la
materia, pero para el cumplimiento de las leyes de la naturaleza sin derogarlas.
En el ejemplo citado, se ha roto la escalera porque estaba corroída o no era lo
bastante fuerte como para resistir el peso del hombre. Si el destino de éste
era el de perecer de semejante modo, los espíritus han podido inspirarle la idea de subir la escalera que
había de romperse son su peso, y su muerte será un efecto natural sin que haya
sido preciso un milagro para lograrlo.
─ Pongamos otro ejemplo en el que no intervenga el estado
natural de la materia. Un hombre debe morir de un rayo, se refugia debajo de un
árbol, cae el rayo y muere el hombre. ¿Han podido los espíritus provocar el
rayo y dirigirlo al hombre?
Es lo mismo que en el caso anterior. Cayó el rayo en aquel
árbol y en aquel momento; porque así entraba en las leyes de la naturaleza. No
ha sido dirigido al árbol atendiendo el hecho de que el hombre estaba debajo de
él; pero inspirósele a aquel la idea de refugiarse debajo de un árbol que
recibiría un rayo. Más este no hubiese dejado de caer, aunque allí no se
hubiese encontrado el hombre.
─ Un hombre mal intencionado dispara sobre alguien un
proyectil que solo le roza sin causarle prácticamente herida alguna, ¿puede
haberlo desviado un espíritu bienhechor?
Si el individuo no debe ser herido, el espíritu bienhechor
le inspirará la idea de moverse o de separarse, o bien podrá ofuscar a su
enemigo de modo que no apunte bien; porque el proyectil, una vez disparado,
seguirá la línea o trayectoria que, cumpliendo las leyes físicas, deberá
recorrer.
─ ¿Que debe pensarse de las balas encantadas de que se habla
en ciertas leyendas, y que llegan infaliblemente a un punto dado?
Pura imaginación. El hombre es aficionado a lo maravilloso,
no se contenta con las maravillas de la naturaleza.
─ Los espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida,
¿pueden ser contrariados por otros espíritus que desean lo contrario?
Lo que Dios quiere, debe ser; y si existen detenciones o
impedimentos es por su voluntad.
─ ¿Pueden los espíritus ligeros y burlones suscitar esos
pequeños obstáculos que dificultan nuestro proyectos y desvían nuestras
previsiones; en una palabra, son ellos los autores de lo que vulgarmente se
llaman miserias de la vida humana?
Se complacen en esos enredos que son pruebas para ejercitar
vuestra paciencia, pero se cansan cuando ven que no obtienen resultado. No
sería, sin embargo, justo ni exacto achacarles todos vuestros tropiezos, de los
que vosotros sois los principales autores gracias a vuestra precipitación;
porque si se te rompe la vajilla, se debe más a tu poco tino que a la acción de
los espíritus.
─ Los espíritus que suscitan enredos, ¿obran a consecuencia
de animosidad personal, o bien se fijan en cualquiera sin motivo determinado y
solo por maldad?
Lo uno y lo otro. A veces son enemigos que os habéis creado
en esta u otras vidas y que os persiguen, y en otras ocasiones no existe
motivo.
─ ¿La malevolencia de los seres que nos han hecho mal en La
Tierra, termina con la vida corporal?
A menudo reconocen su injusticia y el mal que han hecho;
pero a menudo también su animosidad continua, si Dios lo permite, para
continuar probándoos.
─ ¿Puede ponérsele término, y de qué modo?
Sí; se puede orar por ellos, y devolviéndoles bien por mal
acaban por comprender sus faltas. Por lo demás, sabiendo uno hacerse superior a
sus maquinaciones, conclúyenlas al ver que nada consiguen.
La experiencia prueba que ciertos espíritus continúan su venganza de una a otra existencia, y que tarde o temprano terminamos de pagar las faltas hemos cometido respecto de alguien.
─ ¿Tienen los espíritus poder de alejar los males de alguna
persona y de atraerle prosperidades?
No del todo; porque hay males comprendidos en los decretos
de La Providencia; pero aminoran vuestros dolores dándoos paciencia y
resignación.
Saben también que a menudo depende de vosotros el alejar
esos males, o por lo menos atenuarlos. Dios os ha dado la inteligencia para que
os sirváis de ella, y en este punto especialmente vienen en vuestra ayuda los
espíritus, sugiriéndoos pensamientos propicios; y no asisten más que a quienes
saben asistirse a sí mismos. Tal es el sentido de estas palabras: Buscad y
encontraréis, llamad y se os abrirá.
Sabed más aún; sabed que lo que os parece un mal no lo es
siempre, pues a menudo ha de resultar de él un bien que será más grande que el
mal, y esto es lo que no comprendéis porque solo pensáis en el presente y en vuestra
persona.
─ ¿Los espíritus pueden hacer que obtengamos los bienes de
fortuna, si se lo pedimos?
A veces como prueba; pero lo rehúsan con frecuencia, tal y
como un adulto rechaza o desatiende la petición inconsiderada de parte de un
niño.
─ Los que conceden estos beneficios, ¿son espíritus buenos o
malos?
Unos y otros. Depende de la intención; pero generalmente son
espíritus que quieren arrastraros al mal, y que encuentran un medio fácil de
conseguirlo en los goces que proporciona la fortuna.
─ Cuando parece que los obstáculos se oponen fatalmente a
nuestros proyectos, ¿es por influencia de algún espíritu?
A veces se debe a los espíritus; otras y son las más, a que
os equivocáis. La actitud y el carácter influyen mucho. Si os obstináis en una
tarea que no os corresponde, ninguna influencia tienen los espíritus, y sois
vosotros vuestros genios malos.
─ Cuando logramos alguna felicidad, ¿debemos dar por ello
gracias a nuestro espíritu protector?
Dad gracias a Dios sobre todo, sin cuyo permiso nada se
realiza, pues los espíritus buenos han sido sus agentes.
─ ¿Qué sucedería si dejásemos de hacerlo?
Lo que sucede a los ingratos.
─ ¿Personas hay, sin embargo, que ni oran ni dan
gracias y todo les sale bien?
Sí;
pero es preciso esperar el fin. Pagarán muy cara esa dicha pasajera que no
merecen; porque mientras más hayan recibido, más les será exigido.