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20.6.13

EMANCIPACIÓN DEL ALMA # EL DORMIR Y LOS SUEÑOS

─ ¿El espíritu encarnado; es decir, el de las personas, vive voluntariamente en su envoltura corporal?

Pregúntale al prisionero si se encuentra habitando una celda en la cárcel por su propia voluntad. La existencia carnal, en especial la terrenal y las de otros mundos similares o inferiores, no es algo deseado para un espíritu. Así es que un espíritu encarnado aspira sin cesar la libertad, y mientras más grosera sea la envoltura, más desea librarse de ella. Aunque este deseo no es consciente para la inteligencia del hombre, salvo casos especiales.

─ Durante el sueño, ¿descansa el alma como el cuerpo?

No, el espíritu nunca está inactivo. Durante el sueño, los lazos que le unen al cuerpo se aflojan y, no necesitándolo el cuerpo, recorre el espíritu el espacio y entra en relación más directa con otros espíritus.

─ ¿Cómo podemos juzgar de la libertad del espíritu mientras dormimos?

Por medio de los sueños. Bien puedes creer que cuando reposa el cuerpo, el espíritu posee más facultades que en estado de vela. Tiene el recuerdo del pasado y a veces previsión del porvenir; adquiere mayor poder y puede ponerse en comunicación con otros espíritus, ya en este mundo, ya en otros. Tú dices con frecuencia: he tenido un sueño estrambótico, horrible e inverosímil. Te equivocas, pues a menudo es recuerdo de lugares y cosas que has visto o presentimiento de lo que verás en otras existencias o en otra época. Entorpecido el cuerpo, el espíritu procura romper sus cadenas, escudriñando el pasado o el porvenir.

¡Pobres hombres, cuán poco conocéis hasta los más vulgares fenómenos de la vida! Creéis ser muy sabios, y las cosas más insignificantes os ponen en aprietos. A esta pregunta que os dirigen los niños: ¿Qué hacemos cuando dormimos? ¿Qué son los sueños? Os quedáis mudos.

El sueño libra parcialmente al alma del cuerpo. Cuando la persona duerme se encuentra por ese momento en el mismo estado en que fijamente se halla después de la muerte. Los espíritus que con prontitud se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido sueños inteligentes. Cuando duermen se unen de nuevo a la sociedad de otros seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir. Esto debe enseñaros una vez más a no temer a la muerte, puesto que, según las palabras del santo, morís todos los días.

Esto respecto de los espíritus elevados. Pero cuando a la mayoría de los hombres que al morir, han de permanecer durante mucho tiempo en esa turbación, en esa incertidumbre de que os han hablado, durante el sueño van a mundos inferiores a La Tierra, a donde les llaman antiguos afectos, o buscan quizá placeres más bajos que los que tienen, y doctrinas más viles aún, más innobles, más nocivas que las que entre vosotros profesan.

Por medio del sueño, los espíritus encarnados están siempre en conexión con el mundo de los espíritus; y por esto los espíritus superiores consienten sin mucha repugnancia en encarnarse entre vosotros. Dios ha querido que, durante su contacto con el vicio, puedan ir en busca de fuerzas al origen del bien para que ellos, que vienen a instruir a los otros, no vayan a caer. El sueño es la puerta que Dios les ha abierto para con sus amigos del cielo; es el recreo después del trabajo, luego llegará la libertad final que habrá de restituirlos a su verdadero centro.

Los sueños son el recuerdo de lo que ha visto vuestro espíritu mientras dormíais; pero observad que no siempre soñáis, porque no recordáis siempre lo que habéis visto. No está vuestra alma en todo su desarrollo, y a menudo los sueños no son más que el recuerdo que se une a vuestra partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis hecho o que os preocupa en estado de vela. Y de no ser así, ¿cómo explicaríais esos sueños absurdos que tiene tanto el más sabio como el más ignorante? Los espíritus malos se aprovechan también de los sueños para atormentar a las almas débiles y pusilánimes.

Por lo demás, dentro de poco veréis desarrollarse otra especie de sueños, que aunque tan antigua como la que conocéis, la ignoráis ahora. El sueño de Juana, de Jacob, de los profetas judaicos y de algunos adivinos indios, sueño que es el recuerdo que el alma, completamente separada del cuerpo, conserva de la segunda vida de que os hablaba hace un momento.

Procurad distinguir bien estas dos especies de sueños en aquellos sueños que recordáis, pues sin ello caeríais en contradicciones y errores que serían funestos a vuestra fe.
Los sueños son producto de la emancipación del alma, que se hace más independiente por la suspensión de la vida activa y de relación. De aquí una especie de clarividencia indefinida que se extiende a los más lejanos lugares o nunca vistos, y a veces hasta otros mundos. De aquí también el recuerdo que representa a la memoria los sucesos realizados en la existencia presente o en las anteriores. La rareza de las imágenes de lo que ocurre o ha ocurrido en mundos desconocidos, entremezcladas con las cosas del mundo actual, forman esos conjuntos estrambóticos y confusos que parece que no tienen sentido ni trabazón.
La incoherencia de los sueños se explica también por los claros que produce el recuerdo incompleto de lo que se nos ha aparecido mientras dormimos. Tal sucedería con un relato del cual se hubiesen quitado aleatoriamente frases o partes, pues reunidos los fragmentos restantes carecerían de significación razonable.
─ ¿Por qué no se recuerdan siempre los sueños?

Lo que tú llamas dormir no es más que descanso físico del cuerpo; porque el espíritu está siempre en movimiento. Así recobra algo de su libertad, y se comunica con los que aprecia, bien sea en éste o en otros mundos; pero como el cuerpo es materia pesada y grosera, con dificultad conserva la impresiones que ha recibido el espíritu, porque no las ha percibido a través de los órganos del cuerpo.

─ ¿Que debe pensarse de la significación atribuida a los sueños?

Los sueños no son verdaderos en el sentido que entienden los que dicen la buenaventura; porque es absurdo creer que soñar tal cosa anuncia tal otra. Pero son verdaderos en el sentido de que presentan imágenes reales al espíritu, pero que con frecuencia no tienen relación con lo que ocurre en la vida corporal. A menudo también, según tenemos dicho, son un recuerdo y pueden ser también y por fin un presentimiento del porvenir si Dios lo permite, o el espectáculo de lo que ocurre en aquel momento en otro lugar al que se transporta el alma. ¿No tenéis numerosos ejemplos de personas que se aparecen en sueños y advierten a sus parientes o amigos lo que les pasa? ¿Qué son esas apariciones sino el alma o el espíritu de esas personas, que se comunican con vuestra alma? Cuando tenéis certeza de que realmente ha sucedido lo que habéis visto, ¿no es una prueba de que en nada ha contribuido la imaginación, sobre todo si lo ocurrido está muy lejos de vuestro pensamiento, durante la vigilia?

─ A menudo se ven en sueños cosas que parecen presentimientos y que no se realizan, ¿de dónde procede esto?

Pueden realizarse para el espíritu y no para el cuerpo; es decir, el espíritu ve lo que desea porque camina a su encuentro. Es preciso no olvidarse que, durante el sueño, el alma está más o menos bajo la influencia de la materia y que, por lo tanto, nunca se emancipa completamente de las ideas terrestres. Resulta de aquí que las preocupaciones de durante el día, pueden dar a lo que se ve, la apariencia de lo que se desea o teme, lo que puede verdaderamente llamarse efecto de la imaginación. Cuando os preocupa notablemente una idea, referís a ella todo lo que veis.

─ Cuando vemos en sueños a personas que viven aún, a quienes conocemos perfectamente, realizando actos en que ni siquiera piensan, ¿no es un efecto de pura imaginación?

En que ni siquiera piensan, ¿qué sabéis tú? Su espíritu puede muy bien venir a visitar el tuyo, como el tuyo puede ir a visitar el suyo, y no siempre sabes lo que piensa. Además de que vosotros aplicáis a personas que no conocéis, y siguiendo vuestros deseos, lo que ha ocurrido u ocurre en otras existencias.

─ ¿Es necesario el sueño perfecto para la emancipación del espíritu?

No; el espíritu recobra su libertad cuando los sentidos se entorpecen, y aprovecha para emanciparse todos los momentos que le proporciona el cuerpo. Desde el instante que existe postración de fuerzas vitales, el espíritu se desprende, gozando de mayor libertad a medida que el cuerpo es más débil.
Por esto el dormir o un simple entorpecimiento de los sentidos, ofrece a veces las mismas imágenes que el sueño.
─ A veces no parece oír dentro de nosotros mismos palabras claramente pronunciadas, que ninguna relación tienen con lo que nos ocupa, ¿de dónde procede esto?

Sí, y hasta frases enteras, sobre todo cuando los sentidos empiezan a entorpecerse. A veces es el débil eco de un espíritu que quiere comunicarse contigo.

─ Con frecuencia en un estado que no es aún el de dormitar, cuando tenemos los ojos cerrados, vemos imágenes distintas, figuras cuyos más mínimos detalles apreciamos. ¿Es esto efecto de la visión o de la imaginación?

Entorpecido el cuerpo, el espíritu procura romper sus cadenas. Se transporta y ve; de modo, que si estuviese completamente dormido, soñaría.

─ A veces mientras dormimos o dormitamos, tenemos ideas que parecen muy buenas, y que a pesar de los esfuerzos que hacemos por recordarlas, se borran de la memoria. ¿De dónde proceden esas ideas?

Son resultado de la libertad del espíritu que se emancipa y goza de mayores facultades en aquel momento. También pueden ser consejos que dan otros espíritus.

─ ¿Para qué sirven esas ideas o consejos, puesto que no los recordamos ni podemos aprovecharlos?

A veces esas ideas pertenecen más al mundo de los espíritus que al corporal; pero lo más común es que si el cuerpo olvida, el espíritu las recuerda, y la idea ocurre en el momento oportuno como una inspiración instantánea.

─ Cuando está desprendido de la materia y obra como espíritu, ¿el encarnado sabe la época de su muerte?

A menudo, cuando esta está cerca, la presiente, y a veces la conoce con mayor claridad, lo cual en estado de vela le da intuición de ella. De aquí proviene que ciertas personas prevén su muerte con buena aproximación al momento real.

─ La actividad del espíritu durante el descanso o sueño del cuerpo, ¿puede hacer que éste experimente cansancio al despertarse?

Sí; porque el espíritu está sujeto al cuerpo, como el globo aerostático al poste de donde está atado, y así como las sacudidas del primero zarandean al secundo, la actividad del espíritu reacciona sobre el cuerpo, y puede hacerle experimentar cansancio.