─ ¿El espíritu encarnado; es
decir, el de las personas, vive voluntariamente en su envoltura corporal?
Pregúntale al prisionero si se
encuentra habitando una celda en la cárcel por su propia voluntad. La
existencia carnal, en especial la terrenal y las de otros mundos similares o
inferiores, no es algo deseado para un espíritu. Así es que un espíritu
encarnado aspira sin cesar la libertad, y mientras más grosera sea la
envoltura, más desea librarse de ella. Aunque este deseo no es consciente para la
inteligencia del hombre, salvo casos especiales.
─ Durante el sueño, ¿descansa el
alma como el cuerpo?
No, el espíritu nunca está
inactivo. Durante el sueño, los lazos que le unen al cuerpo se aflojan y, no
necesitándolo el cuerpo, recorre el espíritu el espacio y entra en relación más
directa con otros espíritus.
─ ¿Cómo podemos juzgar de la
libertad del espíritu mientras dormimos?
Por medio de los sueños. Bien
puedes creer que cuando reposa el cuerpo, el espíritu posee más facultades que
en estado de vela. Tiene el recuerdo del pasado y a veces previsión del
porvenir; adquiere mayor poder y puede ponerse en comunicación con otros
espíritus, ya en este mundo, ya en otros. Tú dices con frecuencia: he tenido un
sueño estrambótico, horrible e inverosímil. Te equivocas, pues a menudo es
recuerdo de lugares y cosas que has visto o presentimiento de lo que verás en
otras existencias o en otra época. Entorpecido el cuerpo, el espíritu procura
romper sus cadenas, escudriñando el pasado o el porvenir.
¡Pobres hombres, cuán poco
conocéis hasta los más vulgares fenómenos de la vida! Creéis ser muy sabios, y
las cosas más insignificantes os ponen en aprietos. A esta pregunta que os
dirigen los niños: ¿Qué hacemos cuando dormimos? ¿Qué son los sueños? Os
quedáis mudos.
El sueño libra parcialmente al
alma del cuerpo. Cuando la persona duerme se encuentra por ese momento en el
mismo estado en que fijamente se halla después de la muerte. Los espíritus que
con prontitud se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido
sueños inteligentes. Cuando duermen se unen de nuevo a la sociedad de otros
seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta
trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir. Esto debe
enseñaros una vez más a no temer a la muerte, puesto que, según las palabras
del santo, morís todos los días.
Esto respecto de los espíritus
elevados. Pero cuando a la mayoría de los hombres que al morir, han de
permanecer durante mucho tiempo en esa turbación, en esa incertidumbre de que
os han hablado, durante el sueño van a mundos inferiores a La Tierra, a donde
les llaman antiguos afectos, o buscan quizá placeres más bajos que los que
tienen, y doctrinas más viles aún, más innobles, más nocivas que las que entre
vosotros profesan.
Por medio del sueño, los
espíritus encarnados están siempre en conexión con el mundo de los espíritus; y
por esto los espíritus superiores consienten sin mucha repugnancia en
encarnarse entre vosotros. Dios ha querido que, durante su contacto con el
vicio, puedan ir en busca de fuerzas al origen del bien para que ellos, que
vienen a instruir a los otros, no vayan a caer. El sueño es la puerta que Dios
les ha abierto para con sus amigos del cielo; es el recreo después del trabajo,
luego llegará la libertad final que habrá de restituirlos a su verdadero
centro.
Los sueños son el recuerdo de lo
que ha visto vuestro espíritu mientras dormíais; pero observad que no siempre
soñáis, porque no recordáis siempre lo que habéis visto. No está vuestra alma
en todo su desarrollo, y a menudo los sueños no son más que el recuerdo que se
une a vuestra partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis
hecho o que os preocupa en estado de vela. Y de no ser así, ¿cómo explicaríais
esos sueños absurdos que tiene tanto el más sabio como el más ignorante? Los
espíritus malos se aprovechan también de los sueños para atormentar a las almas
débiles y pusilánimes.
Por lo demás, dentro de poco
veréis desarrollarse otra especie de sueños, que aunque tan antigua como la que
conocéis, la ignoráis ahora. El sueño de Juana, de Jacob, de los profetas judaicos
y de algunos adivinos indios, sueño que es el recuerdo que el alma,
completamente separada del cuerpo, conserva de la segunda vida de que os
hablaba hace un momento.
Procurad distinguir bien estas
dos especies de sueños en aquellos sueños que recordáis, pues sin ello caeríais
en contradicciones y errores que serían funestos a vuestra fe.
Los sueños son producto de la emancipación del alma, que se hace más independiente por la suspensión de la vida activa y de relación. De aquí una especie de clarividencia indefinida que se extiende a los más lejanos lugares o nunca vistos, y a veces hasta otros mundos. De aquí también el recuerdo que representa a la memoria los sucesos realizados en la existencia presente o en las anteriores. La rareza de las imágenes de lo que ocurre o ha ocurrido en mundos desconocidos, entremezcladas con las cosas del mundo actual, forman esos conjuntos estrambóticos y confusos que parece que no tienen sentido ni trabazón.
La incoherencia de los sueños se explica también por los claros que produce el recuerdo incompleto de lo que se nos ha aparecido mientras dormimos. Tal sucedería con un relato del cual se hubiesen quitado aleatoriamente frases o partes, pues reunidos los fragmentos restantes carecerían de significación razonable.
─ ¿Por qué no se recuerdan
siempre los sueños?
Lo que tú llamas dormir no es más
que descanso físico del cuerpo; porque el espíritu está siempre en movimiento.
Así recobra algo de su libertad, y se comunica con los que aprecia, bien sea en
éste o en otros mundos; pero como el cuerpo es materia pesada y grosera, con
dificultad conserva la impresiones que ha recibido el espíritu, porque no las
ha percibido a través de los órganos del cuerpo.
─ ¿Que debe pensarse de la
significación atribuida a los sueños?
Los sueños no son verdaderos en
el sentido que entienden los que dicen la buenaventura; porque es absurdo creer
que soñar tal cosa anuncia tal otra. Pero son verdaderos en el sentido de que
presentan imágenes reales al espíritu, pero que con frecuencia no tienen
relación con lo que ocurre en la vida corporal. A menudo también, según tenemos
dicho, son un recuerdo y pueden ser también y por fin un presentimiento del
porvenir si Dios lo permite, o el espectáculo de lo que ocurre en aquel momento
en otro lugar al que se transporta el alma. ¿No tenéis numerosos ejemplos de
personas que se aparecen en sueños y advierten a sus parientes o amigos lo que
les pasa? ¿Qué son esas apariciones sino el alma o el espíritu de esas
personas, que se comunican con vuestra alma? Cuando tenéis certeza de que
realmente ha sucedido lo que habéis visto, ¿no es una prueba de que en nada ha
contribuido la imaginación, sobre todo si lo ocurrido está muy lejos de vuestro
pensamiento, durante la vigilia?
─ A menudo se ven en sueños cosas
que parecen presentimientos y que no se realizan, ¿de dónde procede esto?
Pueden realizarse para el
espíritu y no para el cuerpo; es decir, el espíritu ve lo que desea porque
camina a su encuentro. Es preciso no olvidarse que, durante el sueño, el alma
está más o menos bajo la influencia de la materia y que, por lo tanto, nunca se
emancipa completamente de las ideas terrestres. Resulta de aquí que las
preocupaciones de durante el día, pueden dar a lo que se ve, la apariencia de
lo que se desea o teme, lo que puede verdaderamente llamarse efecto de la
imaginación. Cuando os preocupa notablemente una idea, referís a ella todo lo que
veis.
─ Cuando vemos en sueños a
personas que viven aún, a quienes conocemos perfectamente, realizando actos en
que ni siquiera piensan, ¿no es un efecto de pura imaginación?
En que ni siquiera piensan, ¿qué
sabéis tú? Su espíritu puede muy bien venir a visitar el tuyo, como el tuyo
puede ir a visitar el suyo, y no siempre sabes lo que piensa. Además de que
vosotros aplicáis a personas que no conocéis, y siguiendo vuestros deseos, lo
que ha ocurrido u ocurre en otras existencias.
─ ¿Es necesario el sueño perfecto
para la emancipación del espíritu?
No; el espíritu recobra su
libertad cuando los sentidos se entorpecen, y aprovecha para emanciparse todos
los momentos que le proporciona el cuerpo. Desde el instante que existe
postración de fuerzas vitales, el espíritu se desprende, gozando de mayor
libertad a medida que el cuerpo es más débil.
Por esto el dormir o un simple entorpecimiento de los sentidos, ofrece a veces las mismas imágenes que el sueño.
─ A veces no parece oír dentro de
nosotros mismos palabras claramente pronunciadas, que ninguna relación tienen
con lo que nos ocupa, ¿de dónde procede esto?
Sí, y hasta frases enteras, sobre
todo cuando los sentidos empiezan a entorpecerse. A veces es el débil eco de un
espíritu que quiere comunicarse contigo.
─ Con frecuencia en un estado que
no es aún el de dormitar, cuando tenemos los ojos cerrados, vemos imágenes
distintas, figuras cuyos más mínimos detalles apreciamos. ¿Es esto efecto de la
visión o de la imaginación?
Entorpecido el cuerpo, el
espíritu procura romper sus cadenas. Se transporta y ve; de modo, que si estuviese
completamente dormido, soñaría.
─ A veces mientras dormimos o
dormitamos, tenemos ideas que parecen muy buenas, y que a pesar de los
esfuerzos que hacemos por recordarlas, se borran de la memoria. ¿De dónde
proceden esas ideas?
Son resultado de la libertad del
espíritu que se emancipa y goza de mayores facultades en aquel momento. También
pueden ser consejos que dan otros espíritus.
─ ¿Para qué sirven esas ideas o
consejos, puesto que no los recordamos ni podemos aprovecharlos?
A veces esas ideas pertenecen más
al mundo de los espíritus que al corporal; pero lo más común es que si el cuerpo
olvida, el espíritu las recuerda, y la idea ocurre en el momento oportuno como
una inspiración instantánea.
─ Cuando está desprendido de la
materia y obra como espíritu, ¿el encarnado sabe la época de su muerte?
A menudo, cuando esta está cerca,
la presiente, y a veces la conoce con mayor claridad, lo cual en estado de vela
le da intuición de ella. De aquí proviene que ciertas personas prevén su muerte
con buena aproximación al momento real.
─ La actividad del espíritu
durante el descanso o sueño del cuerpo, ¿puede hacer que éste experimente
cansancio al despertarse?
Sí; porque el espíritu está sujeto al cuerpo,
como el globo aerostático al poste de donde está atado, y así como las
sacudidas del primero zarandean al secundo, la actividad del espíritu reacciona
sobre el cuerpo, y puede hacerle experimentar cansancio.