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6.7.13

MUNDOS TRANSITORIOS (PARA ESPÍRITUS)

─ ¿Existen, como se ha dicho, mundos que sirven a los espíritus errantes de estaciones y lugares de reposo?

"Sí; hay mundos consagrados particularmente a los seres errantes, mundos en que pueden habitar temporalmente, especies de acantonamientos o campamentos para descansar de una prolongada erraticidad, que siempre es algo penosa. Son posiciones intermedias entre los mundos, graduadas según la naturaleza de los espíritus que pueden ir a ellas, los cuales gozan de mayor o menor bienestar".

─ Los espíritus que habitan esos mundos, ¿pueden dejarlos a su antojo?

"Sí; los espíritus que están en esos mundos pueden separarse de ellos para ir a donde deben dirigirse. Imaginadlos como aves de paso que se detienen en una isla, esperando recobrar fuerzas para ir al término de su viaje".

─ ¿Progresan los espíritus durante su permanencia en esos mundos transitorios?

"Indudablemente; pues los que de tal modo se reúnen, lo hacen con objeto de instruirse y de poder obtener más fácilmente permiso para trasladarse a mejores lugares, y llegar a la posición de los elegidos".

─ ¿Esos mundos transitorios están habitados al mismo tiempo por seres corporales?

"No; pues su superficie es estéril. Los que los habitan no sienten necesidades fisiológicas ni como las de los humanos".

─ ¿Los mundos transitorios están por su naturaleza especial, perpetuamente consagrados a los espíritus errantes?

"No; su posición es temporal. Debe entenderse que en el mundo de los espíritus, temporal puede significar miles de años".

─ ¿La esterilidad de su superficie es permanente y procede de su naturaleza especial?

"No; son estériles por transición".

─ ¿Esos mundos deben, pues, carecer de bellezas naturales?

"La naturaleza se traduce en las bellezas de la inmensidad, que no son menos admirables que las que llamáis naturales".

─ Puesto que el estado de estos mundos es transitorio, ¿pertenecerá La Tierra algún día a ellos?

"Ha pertenecido ya".
Nada hay inútil en la naturaleza; todo tiene su objeto y su destino. Nada está desocupado, todo está habitado, y en todas partes reina la vida. Así, pues, durante la larga serie de milenios y de siglos que transcurrieron antes de que apareciese el hombre en La Tierra, durante aquellos lentos periodos de transición, atestiguados por las capas geológicas, antes aún de la formación de los primeros seres orgánicos, no faltaba vida en aquella masa informe, en aquel árido caos donde estaban confundidos los elementos; pues en él encontraban refugio seres que no tenían nuestras necesidades ni nuestras sensaciones físicas. Dios quiso que aún en semejante estado de imperfección, sirviese para algo. ¿Quién, pues, se atreverá a decir que entre esos miles o millones de globos o de mundos que circulan por la inmensidad, tiene el privilegio de estar habitado uno y solo uno llamado Tierra y, justamente, de los más pequeños, confundido con la multitud? ¿Cuál sería, en ese caso, la utilidad de los otros? ¿Los habría creado Dios solo para el nocturno recreo de nuestros ojos y eso de los pocos que alcanzamos a ver...? Suposición absurda, incompatible con la sabiduría que en todas sus obras se revela, e inadmisible, cuando se consideran todos los que no podemos distinguir. Nadie negará que en la idea de que existen mundos impropios todavía para la vida corporal, pero poblados, sin embargo, de seres viviente apropiados a semejante medio, haya algo de grande y de sublime, en lo cual encontraremos quizá solución a más de un problema.