─ Puesto que el
principio de las pasiones está en la Naturaleza, ¿es malo en sí mismo?
No, la pasión
consiste en el exceso unido a la voluntad; porque el principio ha sido dado al
hombre para el bien, y ellas pueden conducirle a grandes cosas. El abuso que se
hace de las pasiones es lo que causa el mal.
─ ¿Cómo puede
determinarse el límite donde pasan las pasiones de ser buenas a ser malas?
Las pasiones son
como un caballo que es útil cuando está gobernado; pero peligroso cuando es él
es quien gobierna. Reconoced, pues, que una pasión se hace perniciosa desde el
momento en que cesáis de poderla gobernar y origina un perjuicio cualquiera, ya
a vosotros ya a otro.
Las pasiones son palancas que multiplican por diez las fuerzas del hombre, y le ayudan a cumplir las miras de la Providencia. Pero si en vez de dirigirlas, el hombre se deja dirigir por ellas, cae en el exceso, y la fuerza que en su mano y podía hacer el bien, se vuelve contra él y lo aplasta.
Todas las pasiones tienen su principio en un sentimiento o necesidad natural. El principio de las pasiones no es, pues, un mal, puesto que se apoya en una de las condiciones providenciales de nuestra existencia. La propiamente dicha, es la exageración de una necesidad o de un sentimiento; reside en el exceso no en la causa, y semejante exceso se convierte en mal cuando da como consecuencia un mal cualquiera.
Toda pasión que aproxima al hombre a la naturaleza animal, le aleja de la espiritual.
Todo sentimiento que eleva al hombre por encima de la naturaleza animal, revela el predominio del espíritu sobre la materia y la proximidad a la perfección.
─ ¿El hombre podría
con sus esfuerzos vencer siempre sus malas tendencias?
Sí, y a veces con
pequeños esfuerzos. Lo que le falta es voluntad. ¡Ah, cuán pocos sois los que
hacéis esfuerzos!
─ ¿Puede hallar el
hombre en los espíritus una asistencia eficaz para vencer las pasiones?
Si lo pide
sinceramente a Dios y a su buen genio, los espíritus buenos vendrán sin duda a
ayudarle, porque esta es su misión.
─ ¿Existen pasiones
tan vivas e irresistibles, que la voluntad es impotente para vencerlas?
Muchas personas hay
que dicen: No lo quiero; pero la voluntad no les pasa de los labios, en verdad
lo quieren y están contentas con que suceda lo que dicen no querer.
Cuando se cree no
poder vencer sus pasiones, es porque el espíritu, a causa de su inferioridad,
se complace en ellas. El que procura de verdad reprimirlas, comprende su
naturaleza espiritual, y el vencerlas es para él un triunfo del espíritu sobre
la materia.
─ ¿Cuál es el medio
más eficaz para combatir el predominio de la naturaleza corporal?
Hacer abnegación de sí mismo.